sábado, 22 de diciembre de 2012

Zetazeroalfa - Aborda Siempre



Y hemos navegado por una ley fuerte,
cerrada alrededor del corazón

La condena de tu rebaño,
la potencia del deslumbramiento
Y hemos navegado por las llamas
de la pasión y la verdad

Aprieta los dientes, eleva el canto
¿quién nos detendrá?
Y en el fondo de este mar
donde yacen los cobardes
donde muere la tempestad
donde mueren los bastardos

Y con este viento en la cara
y con el sol como manto
Tira recto,corta el viento
¡sólo se oye nuestro canto!

Y si ves este mar y lo ves con mis ojos
Ves la oscuridad, ves el frio,
donde se ahogan los recuerdos

Y si sientes esta sal, que se pega a la piel
¡Aguanta no te rindas, veremos la belleza!

Aborda Siempre!!!

Y hemos navegado por el destino
con sonrisas de tormenta
con la piel marcada de aventuras
para asustar al miedo

Y hemos navegado por un recuerdo
en un mar de tempestad
Olas de mil pies de altura...
¡No nos hacen agachar la cabeza!

Y alrededor de este barco,
nos acompañan los tiburones
Atentos siempre a un paso en falso,
preparados siempre para devorar

Y no son las sirenas ni la brillante locura
Son los cantos de nuestros hermanos,
que no abandonan la cima

Y no son las ballenas,
ni el abismo de tu interior
Son las voces de los caídos,
¡¡Quenos indican el camino!!

Aborda Siempre

jueves, 15 de noviembre de 2012

Come il vento



Deja lo que estás haciendo. Siéntate. Reposa. Endereza tu columna. Relaja tus ojos. Mira al horizonte, sin enfocar nada en particular. Barre el infinito con la mirada apacible. Eres parte del Universo, hijo del Cielo, de la Tierra y del tiempo. Hermano del Sol y de la Luna. Tu vida tiene que ver con todo lo que ves. Eres parte de ello. Tienes todo para ser feliz así es que no busques nada más allá de ti.

Agradece al Altísimo todo lo que has vivido, todo lo que eres. Conéctate con tu corazón, siente tus latidos. Respira, escucha. Elévate y respira nuevamente.

Tu sonrisa iluminará el camino...

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Mi Voz


Dentro de este inquieto, apresurado y moderno mundo,
Arrancamos todo el placer de nuestros corazones, tu y yo.
Ahora, las blancas velas de nuestra nave ondean firmes,
Pero ha pasado el momento del embarque.

Mis mejillas se han marchitado antes de tiempo,
Tanto fue el llanto que la alegría ha huido de mi,
El Dolor ha pintado de blanco mis labios,
Y la Ruina baila en las cortinas de mi lecho.

Pero toda esta tumultuosa vida ha sido para ti
No más que una lira, un luto,
Un sutil hechizo musical,
O tal vez la melodía de un océano que duerme,
La repetición de un eco.

Oscar Wilde.-

domingo, 11 de noviembre de 2012

El guerrero corta las cadenas.


Durante largo tiempo has sido esclavo de tu debilidad. Hay una tarea delante de ti. Sabes que debes hacerlo, pero lo has estado postergando. Ya sea porque será doloroso, o porque te sientes incapaz de hacerlo. Pero no puedes dejar de oír tu voz interior. En algún momento deberás tomar las riendas del carruaje. Así es que asume tu condición de Guerrero y cumple con tu deber ahora. Es un acto ciego, sin arrepentimiento posible una vez iniciado. No prestes atención ni a tu comodidad, ni a tu pereza ni a tu indulgencia. Menos aún a los ignorantes de piel mustia y mirada opaca. Blande el hacha y corta las cadenas. Sólo entonces serás liberado.

Lucas Estrella.-

sábado, 10 de noviembre de 2012

Anclaje



                             Anochece. La ciudad fluye imparable hacia su propio
recogimiento. Yo camino bajo una lluvia mansa y apacible
con la oscura esperanza de escapar. Escapar de ti, escapar de mí.

Sólo necesito descansar. Sumergirme en las cálidas aguas
de la amnesia. Dejarme arrastrar por su corriente silenciosa,
lejos de cualquier parte, a salvo de este eco ensordecedor.

El distanciamiento de todo como condición indispensable
para la propia supervivencia. La necesaria tregua que difumine
mis contornos. Un chasquido que lo transforme todo,
irremediablemente y para siempre.

La visión empañada por una luz mortecina. Estos ojos
cansados bajo las huellas del dolor. Fragmentos de un
cuerpo desgajado y epiléptico, anquilosado por la servidumbre,
vuelan hacia una nueva forma de destrucción: más letal,
menos complaciente.

A medida que escribo, cada palabra se desmorona, se cae
y empuja a las demás hacia un laberinto atemporal, fuera
de esta existencia marcadamente insustancial. Yo voy tras ellas.
Las acompaño en un viaje insólito libre de toda carga,
liviano y transparente, por este río de lava que todo lo engulle.

Fundirme en este manantial seco de palabras es lo único
que ansío. Un acto de violencia que no me permita,
ni en el más alejado recoveco del inconsciente,
salir indemne.

Alfonso J. Molino